En primera persona, suena bien, pero…

En primera persona, suena bien, pero que difícil resulta contar esto tan de cerca sin ser un mero espectador, sino siendo protagonista de una historia real, dolorosa y además bonita. Yo siempre imaginé mi vida tranquila con mi pareja y en un futuro formar una familia, que bien suena verdad. Pues ası́ lo hicimos mi pareja y yo decidimos tener hijos y lo cierto es que no nos costó mucho que me quedara embarazada. Nueve meses después nació Diego no podría explicar lo que sentı́ cuando lo tuve en mis brazos, fue una experiencia mágica, un sentimiento único de felicidad y al mismo tiempo un poco de miedo, habíamos traído a este mundo a un bebe frágil al que teníamos que cuidar y proteger. Con los días, meses y años el amor que sientes es inmenso. Lo ves crecer y te sientes la mujer más feliz del mundo.

Dos años después nació mi otra razón de existir, Pablo. Que felices éramos. Entonces llega ese momento que ninguna madre desea, el momento en que te dicen que tus hijos están enfermos. Es en ese momento cuando tu corazón se rompe y no es una metáfora, a mı́ se me rompió. ¿Era posible para mı́ seguir viviendo con tanto dolor, con tanta rabia, con tanta culpa? Pues sí, se puede. Todo eso ha quedado hoy en un segundo plano, mis hijos son mis maestros, me enseñan cada día que se puede ser feliz en la adversidad, se puede ser fuerte aunque duela, se puede reír, aún con llanto. Son mi ejemplo de vida, son fuertes, valientes, luchadores, y con unas ansias de vida, una inmensa alegría que llena todos los espacios, que muchos sin enfermedades y teniéndolo todo nunca experimentarán, porque se pasan la vida quejándose y no valorando nada. Me gustaría que mis palabras llegaran a muchas madres, padres, abuelos, hermanas, familias destrozadas por enfermedades y que han de pasar por esto. Deciros que no estáis solas, que hay muchas familias con hijos e hijas enfermas, con enfermedades raras, con casos como el de mis hijos que se sale adelante con humor, positivismo y esfuerzo, que solo hay que quererlos y que al final se aprende a ser feliz de nuevo, sabiendo que habrá piedras en el camino, que vendrán momentos duros, pero que el futuro no nos tiene que dar miedo porque es incierto. Que vivamos los momentos, porque al final de eso se trata, de momentos. Que no decaigáis que hay días malos pero que más son los buenos y más si es junto a ellos. Que nos unamos en la lucha, porque unidos somos más fuertes, que queda mucho por hacer por nuestro hijos e hijas con enfermedades, que el camino es largo, pero juntos es más fácil.

Carmen Calvo, madre de Diego y Pablo, afectados de Síndrome de Duchenne.